Tengamos presente que rondaba allá el año 1998, y en aquella época Internet era algo que no estaba demasiado expandido aún. No era algo que tuviera uno fácilmente en su casa. Recuerdo que había un triste ordenador en la biblioteca de la facultad en la que estudiaba y era el único que tenía conexión a Internet en todo el edificio. Incluso había que hacer cola para poder utilizarlo. Por aquel entonces navegar por internet consistía en pulsar flechitas para pasar páginas y más páginas de textos sobre fondo blanco y enlaces hipertextuales azules con su subrayado debajo, con el único objeto de buscar información o leer alguna publicación. Si quierías entretenimiento, para eso tenías el buscaminas de Windows, o el Chat IRC que hacía furor entre los estudiantes.
El caso es que fue entre esas páginas de formato ya obsoleto, donde vi aquel anuncio de un concurso de Infografía convocado por el MMLAB (Laboratorio multimedia de la Universidad). Presenté mi candidatura pero se había terminado el plazo. Pero aquel primer contacto me abrió las puertas del MMLAB unos meses más tarde, gracias a unas ilustraciones que tenía escaneadas en el CD que utilicé para entregar el trabajo del concurso.
El caso es que fue entre esas páginas de formato ya obsoleto, donde vi aquel anuncio de un concurso de Infografía convocado por el MMLAB (Laboratorio multimedia de la Universidad). Presenté mi candidatura pero se había terminado el plazo. Pero aquel primer contacto me abrió las puertas del MMLAB unos meses más tarde, gracias a unas ilustraciones que tenía escaneadas en el CD que utilicé para entregar el trabajo del concurso.
Mis inicios como dibujante pronto pasaron a un segundo plano y un día, de la noche a la mañana, me preguntaron si me veía capaz para hacer una página web, dije que sí (apenas había hecho un par pero me emocionaba el reto) y pronto me ví con la responsabilidad de realizar la web corporativa de la Librería Compás. No me pusieron restricción alguna. Se trataba de lavar la cara al viejo buscador que tenían y que venía a ser su página principal (otro de aquellos listados en Times New Roman, con botones grises rectangulares), donde apenas un pequeño logo pixelado que se vislumbraba en una esquina representaba su imagen corporativa.
Reconozco que, a día de hoy, y a pesar de la obsolescencia del diseño en estos tiempo que corren, en aquel momento resultó ser una experiencia interactiva y totalmente novedosa, dejando atrás los clasicismos empleados por otras webs similares para mostrar los resultados de búsquedas y sus catáologos de productos.
Pienso que sigue siendo una de las mejores webs que hice en todos mis años de diseñador, y a la que guardo un cariño muy especial. De hecho muchos aspectos no pudieron ver la luz porque la tecnología de aquel momento era muy precaria y no permitía llevar a cabo ciertas funcionalidades. Hubo que recortar la parte "creativa", pero se pudo presentar el proyecto. Sin duda mi "opera prima" en el campo del diseño web.